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"Estamos tratando de llegar a esa población que no reconoce los riesgos, que no puede incorporar ese riesgo. Y el tema del alcohol y la droga está muy vinculado", dijo Isabel Cassetti, médica infectóloga, directiva de la Fundación Helios.
Treinta años atrás parecía impensado y podía resultar parte de un guión del género fantástico hablar de la cura del virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Después de que en la década del 80 irrumpiera tan dramáticamente la enfermedad en el mundo entero, se cobrara más de 30 millones de vidas hasta hoy, y el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (Sida) llegara para quedarse.
La primera luz en el camino hacia la cura de la enfermedad la encendió el equipo liderado por los cientíifcos Montagnier y Barré-Sinoussi, que consiguió aislar un retrovirus hasta entonces desconocido, el VIH. Un hallazgo que permitió desarrollar los primeros test de laboratorio para diagnóstico y las primeras drogas específicas.
El virus del VIH/sida modificó hábitos y prácticas socioculturales y con el tiempo logró cierta concientización en la sociedad del mundo entero acerca de la importancia de usar preservativos para evitar el contagio o usar elementos esterilizados e individuales entre adictos a las drogas inyectables o en las extracciones de sangre, sólo por nombrar dos de las más comunes.
La comunidad científica se abocó a la investigación y a la búsqueda de su cronificación primero y de su cura después, logrando en relativo poco tiempo avances increíbles que determinan que hoy exista un caso de cura real, el del estadounidense Timothy Brown, que fue sometido en 2007 a un trasplante de médula ósea para tratar su leucemia, de un donante que tenía una mutación genética rara. Y ésto le confirió una resistencia natural a la infección por el VIH. Transformándose en el único caso hasta ahora a nivel mundial de curación real del VIH.
Sin embargo, casi como gran parodoja de estos tiempos, lo que aún no se pudo lograr es que las nuevas generaciones –nacidas post VIH-sida– logren concientizarse sobre la importancia de la prevención y de la detección temprana, en caso de adquirir la enfermedad. La franja de 14 a 24 años en la actualidad sigue siendo donde más crece el número de personas infectadas.
En la Argentina se estima que un 30% de las personas son diagnosticadas de forma tardía y de ahí surge la importancia de testear para llegar al paciente de manera precoz.
En Buenos Aires, en el marco de La Rural, se realizó el pasado jueves 6 y viernes 7 de agosto el Séptimo Simposio Internacional de HIV: una puesta al día, organizado por la Fundación Helios.
Allí se dieron cita los principales referentes nacionales e internacionales sobre el tema VIH-sida con el dato agregado de que la mayoría venían cargados de información y últimas noticias luego de asistir o seguir el 8vo.Congreso Mundial de HIV-Sida en Vancouver , el más importante del mundo realizado este año.
Quince años después de iniciado el siglo XXI, sobre lo que hay consenso unánime entre los expertos del mundo es que se puede hablar de dos tipos de curas: la cura real, que hoy cuenta con un solo caso, y la cura funcional, que es la que más crece.
Infobae entrevistó a la doctora Isabel Cassetti, médica infectóloga, directiva de la Fundación Helios y coordinadora médica de la Fundación Stamboulian para actualizar algunos de estos conceptos y las principales conclusiones del 7mo. Simposio Internacional: HIV puesta al día.
Qué significa cuando hoy se habla de la cura del VIH-sida y cuáles son las estrategias para lograr la eliminación del virus?
La cura real, entendemos todos que es la eliminación del virus del VIH del organismo. Es decir, la eliminación no sólo del virus que está en la sangre, sino del virus que está en lo que llamamos reservorios, que son los ganglios, el intestino, el cerebro, etcétera. Esa es la cura real.
La otra cura, que es la cura funcional, es que ya no tenemos más virus en sangre pero sí permanece en los reservorios. Es decir, gente que ha sido tratada, suspendió en su momento el tratamiento y ahora está con carga viral no detectable en la sangre.
En la actualidad, existe un solo paciente en el mundo que está curado, el conocido como “el paciente de Berlín”, al que se le trasplantó la médula ósea. Pero también la novedad es que en el Congreso Mundial de Vancouver, Canadá, se presentó el caso de una beba francesa –hoy ya adolescente– que adquirió el virus del VIH al nacer; y que se trató durante 5 ó 6 años. Luego su familia decidió suspender el tratamiento y desde entonces hasta ahora hace 11 años que está sin tratamiento y con carga viral no detectable. ¿Con esto qué quiero decir? Cura real, uno solo; cura funcional, aparecen algunos pacientes, y en este momento estamos estudiando estas dos estrategias para poder aplicarlas al resto de la población.
Cuáles son las principales conclusiones que usted puede precisar sobre la actualización del VIH-sida hoy que arrojaron los últimos congresos internacionales?
La primera es: hoy ya en todo el mundo se ha decidido tratar a todas las personas cuando recién se diagnostican. Hasta hace un tiempo, esperábamos al nivel de CD4, de sus defensas, para empezar el tratamiento. Eso ya no existe más porque se presentó un estudio –el llamado START– y otras evidencias que dicen que cuanto antes empecemos el tratamiento, mucho mejor, independientemente del CD4.
La segunda es comprender, entender las enfermedades asociadas al HIV, enfermedades metabólicas como riesgo cardiovascular, enfermedades de los huesos, enfermedades del riñón, todo eso en conjunto con el tratamiento antirretroviral. Y es por eso que se amplía un poco más el enfoque que tenemos con el paciente.
Y la tercera es testear cada vez a más gente. La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece para el año 2020 una estrategia, que es la estrategia 90-90-90, y ya se pueda llevar a cabo en todos los países del mundo. ¿Qué significa? Que el 90% de las personas que están infectadas sepan, o sea que estén diagnosticadas. De esas diagnosticadas, el 90% tratadas y de ese 90% tratadas, 90% con carga viral no detectable. Es decir, con virus no detectable.
Frente a un futuro tan promisorio que presenta la enfermedad de aquí hacia los años venideros, sin embargo, la tendencia al contagio en la franja joven sube. Sube el porcentaje de jóvenes hombres y mujeres que se infectan de VIH-sida. ¿Cúal sería la reflexión sobre esta situación que se presenta como paradojal?
Exactamente. En la Argentina y en el mundo esto lamentablemente no cambió. Una preocupación en el mundo –hay áreas más alarmantes que otras– es entre las edades de 14 a 24 años, plena adolescencia. Estamos tratando de llegar a esa población que no reconoce los riesgos, que no puede incorporar ese riesgo. Y el tema del alcohol y la droga está muy vinculado; los jóvenes cuando pierden el control por estas circunstancias no utilizan el preservativo.
Y además, existe la mirada acerca de que como tenemos tratamientos fáciles, no importa.
El Ministerio de Salud de la Nación está tratando de analizar estrategias que lleguen más directamente a la población joven: hablando en los colegios, tratando de testear a más personas en esa franja etaria. En la Argentina se se analiza toda la epidemia, y donde más se concentra es en las mujeres adolescentes. Además del inicio de las relaciones sexuales más precoces. Es realmente una preocupación donde tenemos que tener un abordaje un poco más agresivo.
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